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Museo del Agua de Palencia - Rehabilitación de un almacén de grano en el Canal de Castilla

Aproximación al lugar

A mediados del siglo XVIII, gracias al impulso político del Marqués de la Ensenada, el ingeniero Antonio de Ulloa, basándose en trabajos previos del francés Carlos de Lemaur comienza a ejecutar el proyecto para construir una vía de comunicación y transporte fluvial para comunicar Castilla con Reinosa y poder llegar hasta el puerto de Santander, sirviendo para el transporte de excedente agrario de cereal. La entrada en funcionamiento del ferrocarril supuso el inicio de su decaimiento, cuya realización completa nunca llegó a materializarse.

La Dársena del Canal de Castilla en Palencia pertenece al ramal Sur del mismo, el de más tardía construcción. Es aproximadamente en 1803 cuando comienzan las obras en la Dársena, ensanchamiento al final del Canal para el amarre de embarcaciones y que permitía la carga y descarga de barcazas. Los dos edificios que la flanquean, inicialmente almacenes de grano, datan de la primera mitad del siglo XX. A pesar de ello, dado el estado de abandono de las edificaciones y la urbanización que lo componen, la ciudad se ha olvidado , en parte, de este espacio.

El Museo del Agua constituye una primera fase de actuación, dotando a una de las edificaciones de contenido cultural y uso, dentro de un planteamiento más ambicioso que pretende recuperar la dársena del Canal de Castilla para su uso y disfrute por parte de la ciudad de Palencia.

La propuesta de urbanización global intenta recuperar la imagen del puerto fluvial, desfigurada por numerosos elementos de mobiliario urbano y jardinería excesivamente doméstica que se han ido añadiendo durante diferentes actuaciones realizadas a lo largo del tiempo. Se busca con ello un espacio más diáfano y claro, recuperando el espíritu ilustrado que lo motivó y al mismo tiempo, hacer este espacio urbano más visible en su acceso desde la ciudad.

El museo

El edificio objeto de reforma es una de las naves que flaquean la Dársena, de planta rectangular de 62,4 x 10,3 m. Se trata de un edificio de muros de carga de huecos tanto de puertas como de ventanas y una cubierta resuelta mediante una estructura regular de cerchas de madera con tirantes metálicos.

La propuesta trata de establecer mediante el lenguaje de la arquitectura el nexo de unión entre el contenido del museo, abstracto en su enunciado, y el continente, neutral en su configuración original. Un lucernario que recorre longitudinalmente la cumbrera del edificio sirve como eje vertebrador de los diferentes espacios del museo, cualificando la luz para cada uno de ellos y dotando al edificio de significación. Este elemento se yuxtapone a la estructura preexistente sin alterarla, acomodándose a su modulación rigurosa, de modo que ambas estructuras, la antigua y la nueva, se complementan entre sí desde una perspectiva arquitectónica pero también normativa. Unas "cajas" suspendidas conducen la luz hasta el interior.

El programa se divide en tres ámbitos: la recepción, administración y servicios, el espacio destinado a exposiciones temporales y la exposición permanente. La propia configuración espacial de la nave, estrecha y alargada, establece un recorrido secuencial a través de dichos espacios, de modo que el visitante los descubre siempre siguiendo un mismo orden.

Una fuente-lámina de agua que aparte desde la sala de exposiciones temporales, atraviesa el espacio de la exposición permanente, situado al final del recorrido, obligando al visitante a deambular a su alrededor. Las "cajas de luz" bajan para iluminar exclusivamente la lámina de agua, consiguiendo que este sea un espacio más tenue y recogido. Los prismas colgados son a su vez el propio soporte de la exposición permanente, escenificada a través de proyecciones audiovisuales interactivas. La presencia real, tangible del agua y el sonido que genera en su discurrir, forma parte de la experiencia sensorial del museo.

Las puertas y ventanas del edificio existente son ocupadas mediante artefactos que bien buscan conducir y tamizar la luz, como es el caso de las ventanas, o dirigir la mirada, en el caso de las puertas, donde se constituyen, prolongándose más allá del espesor de los muros, pequeños espacios para el descanso en forma de mirador.

Solución BASF empleada

En la totalidad del edificio se ha empleado un pavimento autonivelante cementoso con acabado de resinas de poliuretano transparente mate (BASF MASTERTOP 544 + MASTERTOP TC445)

Resulta un acabado óptimo para el sistema de calefacción por suelo radiante con que cuenta el edificio, permitiendo asimismo integrar fácilmente las instalaciones eléctricas y de telecomunicaciones empotrados en el suelo.

Además esta solución ha permitido conseguir un acabado de color no uniforme que evocase el pasado industrial del edificio, en continuidad con los muros de hormigón en masa del mismo. Las juntas realizadas en ducho pavimento reflejan miméticamente la estricta modulación de la estructura de cubierta, que asume la carga expresiva del edificio.

Premio BASF de Arquitectura
Datos

Modalidad

Uso

Dirección Avda. de la Dársena
Palencia
Palencia (España)

Autores
Arquitectura
  • Maier Vélez Olabarria
  • David Serrano Amatriain
  • MID Estudio
Promotor
  • Ayuntamiento de Palencia
Contratista
  • Aspica Constructora S.A.
Otros técnicos
  • David Pérez
  • Raúl Montero Martínez
  • Josep Agustí de Ciurana
  • INARQ
  • Pedro Mari Legarreta Nuin