La obra del almacén para la bodega Lagravera, situada en Alfarràs, Lleida, consiste en la reforma parcial de una nave del año 54, un antiguo taller de reparaciones para camiones, que debe convertirse en el almacén de producto acabado.

El almacén, lejos de apartarse del criterio low-cost de la bodega, se desarrolla en el mismo sentido, a través de la reutilización de materiales sobrantes de la construcción y con soluciones constructivas low-tech, smart solution, asegurando así la sostenibilidad económica y ambiental del edificio, haciendo cumplir la afirmación less (money) is more.

Juega con el lenguaje de la bodega, pero con un carácter más relajado, de colores neutros, ya que más que un espacio de actividad, es un espacio de reposo.

El espacio se estructura en tres partes: el área de gestión logística, dónde se organizan los procesos de salida y entrada de producto; la nevera, compartimentada horizontalmente, dónde en la parte superior y a temperatura controlada se guarda el excedente de vino en barrica, en un espacio translúcido que actúa de lámpara, mientras que abajo el vino en botella reposa en la oscuridad; y finalmente el stock, organizado en dos niveles, permite almacenar el producto acabado y paletizado.

La nave aprovecha la estética de una instalación eléctrica preexistente para establecer un juego de luminarias de bajo consumo que enfatizan el stock, leimotiv del proyecto, que aparece como una franja blanca sobre pavimento gris, y que sube por la pared para convertirse en un screen donde proyectar imágenes corporativas, en época de bajo stock.

Con el objeto de acoger un espacio de almacén para la bodega Lagravera, este proyecto de rehabilitación de una nave original de los años cincuenta se ha basado en los criterios básicos para la guarda y la operatividad logística de material y producto agroalimentario acabado.

Por esta razón, se han utilizado acabados en poliuretano BASF para el pavimento y parte de los cerramientos verticales, para ofrecer máxima estanqueidad en un espacio húmedo cómo este, así como para optimizar la limpieza del mismo.

Si en el previo diseño de la bodega se utilizaron colores identitarios y llamativos, en este almacén se ha buscado una imagen más neutra que busca la tranquilidad que merece el envejecimiento del vino.

Por un lado, el espacio de trabajo muestra la ruda solera de hormigón, así como la fábrica original de ladrillo, por medio de un tratamiento de una capa de poliuretano transparente. Por el otro, los espacios cerrado, como la nevera, o el área de stock se han resuelto con un pavimento continuo de poliuretano BASF de color blanco, RAL 9016, para que enfaticen su propia definición y resulten más luminosos.